DISCURSO FÚNEBRE |
Es un error creer que
las estrellas Puedan servir para curar el cáncer El astrólogo dice la verdad Pero en este respecto se equivoca. Médico, el ataúd lo cura todo. Un caballero acaba de morir Y le ha pedido a su mejor amigo Que pronuncie las frases de rigor, Pero yo no quisiera blasfemar, Sólo quisiera hacer unas preguntas. La primera pregunta de la noche Se refiere a la vida de ultratumba: Quiero saber si hay vida de ultratumba Nada más que si hay vida de ultratumba. No me quiero perder en este bosque. Voy a sentarme en esta silla negra Cerca del catafalco de mi padre Hasta que me resuelvan mi problema. ¡Alguien tiene que estar en el secreto! Cómo no va a saber el marmolista O el que le cambia la camisa al muerto. ¿El que construye el nicho sabe más? Que cada cual me diga lo que sabe, Todos estos trabajan con la muerte ¡Estos deben sacarme de la duda! Sepulturero, dime la verdad, Cómo no va a existir un tribunal, ¡O los propios gusanos son los jueces! Tumbas que parecéis fuentes de soda Contestad o me arranco los cabellos Porque ya no respondo de mis actos, Sólo quiero reír y sollozar. Nuestros antepasados fueron duchos En la cocinería de la muerte: Disfrazaban al muerto de fantasma, Como para alejarlo más aún, Como si la distancia de la muerte No fuera de por sí inconmensurable. Hay una gran comedia funeraria. Dícese que el cadáver es sagrado, Pero todos se burlan de los muertos. ¡Con qué objeto los ponen en hileras Como si fueran latas de sardinas! Dícese que
el cadáver ha dejado Un vacío difícil
de llenar Y se componen versos
en su honor. ¡Falso, porque la
viuda no respeta Ni el ataúd
ni el lecho del difunto! Un profesor acaba
de morir. ¿Para qué lo
despiden los amigos? ¿Para que resucite
por acaso? ¡Para lucir sus dotes
oratorias! ¿Y para qué
se mesan los cabellos? ¡Para estirar los
dedos de la mano! En resumen, señoras
y señores, Sólo yo me
conduelo de los muertos. Yo me olvido del arte
y de la ciencia Por visitar sus chozas
miserables. Sólo yo, con
la punta de mi lápiz, Hago sonar el mármol
de las tumbas. Pongo las calaveras
en su sitio. Los pequeños
ratones me sonríen Porque soy el amigo
de los muertos. Estoy viejo, no sé
lo que me pasa. ¿Por qué sueño
clavado en una cruz? Han caído los
últimos telones. Yo me paso la mano
por la nuca Y me voy a charlar
con los espíritus. De Versos de salón (Santiago, Nascimento, 1962)
|
|