Soñé
que me encontraba en un desierto y que hastiado de mí mismo
Comenzaba a golpear
a una mujer.
Hacía un frío de los
demonios; era necesario hacer algo,
Hacer fuego, hacer
un poco de ejercicio;
Pero a mí me dolía
la cabeza, me sentía fatigado
Sólo quería dormir,
quería morir.
Mi traje estaba empapado
de sangre
Y entre mis dedos se
veían algunos cabellos
-Los cabellos de mi
pobre madre-
"Por qué maltratas
a tu madre" me preguntaba entonces una piedra
Una piedra cubierta
de polvo "por qué la maltratas".
Yo no sabía de dónde
venían esas voces que me hacían temblar
Me miraba las uñas
y me las mordía,
Trataba de pensar infructuosamente
en algo
Pero sólo veía en torno
a mí un desierto
Y veía la imagen de
ese ídolo,
Mi dios que me miraba
hacer estas cosas.
Aparecieron entonces
unos pájaros
Y al mismo tiempo en
la obscuridad descubrí unas rocas.
En un supremo esfuerzo
logré distinguir las tablas de la ley:
"Nosotras somos
las tablas de la ley" decían ellas
"Por qué maltratas
a tu madre"
"Ves esos pájaros
que se han venido a posar sobre nosotras"
"Ahí están ellos
para registrar tus crímenes"
Pero yo bostezaba,
me aburría de estas admoniciones
"Espanten esos
pájaros" dije en voz alta
"No" respondió
una piedra
"Ellos representan
tus diferentes pecados"
"Ellos están ahí
para mirarte"
Entonces yo me volví
de nuevo a mi dama
Y le empecé a dar más
firme que antes
Para mantenerse despierto
había que hacer algo
Estaba en la obligación
de actuar
So pena de caer dormido
entre aquellas rocas
Aquellos pájaros.
Saqué entonces una
caja de fósforos de uno de mis bolsillos
Y decidí quemar el
busto del dios
Tenía un frío espantoso,
necesitaba calentarme
Pero este fuego sólo
duró algunos segundos.
Desesperado busqué
de nuevo las tablas
Pero ellas habían desaparecido:
Las rocas tampoco estaban
allí
Mi madre me había abandonado.
Me toqué la frente;
pero no:
Ya no podía más.
De Poemas
y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)
|